"... y ahí usamos lo que llaman inteligencia" - Lo dije susurrando como intentando interrumpir el silencio abrumador que los jóvenes impetuosos, impetuosos y curiosos, creaban a mi alrededor .Y es que “susurrar” siempre sonará literario, al igual que empezar con puntos suspensivos indicará el nivel más alto de duda ante un escrito.
Ahora sé que el ritmo no es más que un cosquilleo, las rimas no pasan de ser torpes maniáticas del orden en medio del caos; los trovadores nos lloran sus musas y nosotros las adoptamos para adaptarlas a nuestro mundo real, que posee más brillo y magia pero como no lo transmitimos cantando se pierde cual mensaje en botella sin corcho.
"Interesante"- dice, y cree convencerme de haberlo entendido, yo sé que lo intenta pero no es más que la encarnación de una puntita de iceberg que no me apetece descubrir.
Las simpáticas caritas felices de los ausentes no tienen hoyuelos, y los ojos por más preciosos que sean no brillan en las fotos, es triste, las expresiones más insignificantes que se vuelven esenciales no saben cruzar océanos nadando y nosotros que nunca quisimos sacar espalda nos ahogamos con ellas.
La elegancia de las caricias es exquisita, sin manuales, ensayos o bandas sonoras lo poseen todo para ser un arte pero la humanidad no está lista para aceptarlo y es mejor que no todos sepan lo maravillosos que son sin necesidad de movimientos fantásticos.
Siempre me divirtió muchísimo eso.
Porque cuando me escucho siento que mi voz debe sonar algo aguda para la intensidad que apuesto en cada frase, eso deja de importar cuando dejo de oírme y pierde completamente significado cuando lo repite alguna voz grave y serena.
Tal vez por eso la serenidad siempre me fascinó, posiblemente porque no la gozo conscientemente, cuando la empiezo a sentir me emociono y desaparece, incluso cuando sólo el cielo es mi paisaje y mi única frontera táctil es la arena, apenas llega a divisarme y el resto tiene sabor a moraleja.
Después de todo, es genial que sin bigotes recortados, sombrero y bastón de caña me sienta tan en blanco y negro, colosal y profundo, es genial que sin darme cuenta pueda leerte, es genial, incluso hoy, no enterarme de los significados de todas las acepciones que las palabras crean para jugar con nosotros.
Hoy me encanta, aunque aceptarlo sea un lujo que pocos se darían en cualquier posición, posee todo lo que siempre soñé, límites perfectos, temperatura ideal, extensos y misteriosos lugares donde quisiera perderme de vez en cuando, hermosas vistas, tradiciones que sin más se convierten en rituales, envidiables zonas y calles que siempre unen aunque sea en rutas errantes y quisiera vivir dentro de esa república independiente hasta que mis pasos a toda prisa gocen de sombras duraderas, hasta que la voz se me pierda en la intención del hablante y alguna arruga facial la reemplace por suspiro, porque el cuerpo también se cansa, porque el alma también se arruga, eso resulta ser breve pero infinito y dura lo que un instante.
jueves, 30 de julio de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)