lunes, 5 de octubre de 2009

"El que nada no se ahoga"

Salía de la facu con cara de sueño, entendible también como cara de pocos amigos, algo dentro me gritaba ganas de sonreir, pero el cansancio ganaba y ya que el cielo se hacía clarito yo aprovechaba para cerrarlos evitando la luz.El bolso lleno de instrumentos, en su mayoría de cosas que no uso a diario pero si se han de usar son indispensables, resulta gracioso verme organizar algo.

Élegí caminar a casa, pero cuando recordé que llevaba un diccionario a cuestas cogí el tranvía, rieles expuestas, voz unisonante avisando siguientes paradas que por el tuneado de las ventanas nos hacen salir sin avanzar decididamente.
Sentarse resulta imposible sin rozar alguna rodilla, odio el contacto físico la mayor parte del tiempo, así que lo evito.

Me quedé de pie,apenas cogiéndome de un metal curiosamente tibio, miré mi bolso como quien busca algo en la memoria y moví los dedos dentro de los cierres para desatar curiosidad en el resto al ver sacar mi mano vacía ¿Qué buscará?
A mi derecha, un chico con cascos, movía el pie desesperadamente, tanta energía desperdiciada en un pie sin ritmo que no dudé en soltar una risa que murió en mis dientes ¿Qué escuchará?

Frente a mí, una chica con un libro en la mano, odia el contacto físico, lo sé porque está de pie, justo frente a mí, apenas me miró para saber si mi cara era una cara más y volvió a lo suyo ¿Qué lees? Intenté ver el nombre del libro, pero sus manos, sinceras muestras de su edad, dejaban sus dedos para proteger su secreto.
"no se ahoga" fue lo único que pude leer, luego la miré, vaya que estaba extasiada! Su lectura no era muy fina y mucho menos estaba acostumbrada a coger un libro, pronunciaba cada palabra que por sus ojos pasaba y a mí, que suele dárseme bien eso de leer los labios, no me funcionó la habilidad. Me entró muchísima curiosidad, pero no estaba dispuesta a soltar el metal tibio para terminar decorando la ventana en la que seguro terminaría estampada, no estaba dispuesta a preguntar sobre un libro que tenía toda la pinta de ser uno de bolsillo, así que esperé a que algún movimiento me desvelara el secreto.

Un carrito entró al tren y a pocas paradas antes de llegar a mi destino, y tras hacer múltiples caritas a un bebe que apenas si podía distinguir mi cara de su mano, recordé a la chica del libro sin título, de la lectura primitiva y profunda.La miré.Ella seguía en lo suyo, leyendo, acariciando hojas, doblando las esquinas de las tapas nada duras,hasta que,sin percatarse ella misma de abandonar su vigilante y cuidadosa mano, se tocó el pelo y lo arregló, no tardó más de 1 minuto, pero fue suficiente para que pudiera leer el motivo de su silencio.

"El que nada no se ahoga" Me pareció un título poco rebuscado, algo predecible pero interesante, intresante el hecho que esas no más de 300 páginas tuvieran el poder de hipnotizar, de callar, y de hacer sonreir, porque sí, al bajar del tren ví que ella estaba sonriendo, sonriendo y releyendo líneas que por el ruido del bebe no había terminado de entender.

No fue una experiencia que al contar a mis hijos les llene de orgullo, no hice nada especial, ni ví nada especial, pero sin saber por qué o cómo empecé a imaginar las letras de ese libro, el cómo el autor explicaría que el mundo es un mar y que todos queremos llegar a una orilla, el por qué no debemos dejarnos ahogar aunque los hombros se nos hagan pesados por momentos, pensé en si mi forma de nadar es la correcta, en si he de llegar pronto a donde quiero, si podré descansar de tanto nadar o si incluso en mi descanso tendré que seguir nadando.

Nadar es divertido e incluso resulta maravilloso si cerca tienes a alguien que nada a tu lado, que nada a su ritmo pero contigo, que nada sin más, sólo nada, nada solo y nada más.

Los dejo, debo seguir nadando.

jueves, 30 de julio de 2009

Abroad...?

"... y ahí usamos lo que llaman inteligencia" - Lo dije susurrando como intentando interrumpir el silencio abrumador que los jóvenes impetuosos, impetuosos y curiosos, creaban a mi alrededor .Y es que “susurrar” siempre sonará literario, al igual que empezar con puntos suspensivos indicará el nivel más alto de duda ante un escrito.

Ahora sé que el ritmo no es más que un cosquilleo, las rimas no pasan de ser torpes maniáticas del orden en medio del caos; los trovadores nos lloran sus musas y nosotros las adoptamos para adaptarlas a nuestro mundo real, que posee más brillo y magia pero como no lo transmitimos cantando se pierde cual mensaje en botella sin corcho.

"Interesante"- dice, y cree convencerme de haberlo entendido, yo sé que lo intenta pero no es más que la encarnación de una puntita de iceberg que no me apetece descubrir.

Las simpáticas caritas felices de los ausentes no tienen hoyuelos, y los ojos por más preciosos que sean no brillan en las fotos, es triste, las expresiones más insignificantes que se vuelven esenciales no saben cruzar océanos nadando y nosotros que nunca quisimos sacar espalda nos ahogamos con ellas.

La elegancia de las caricias es exquisita, sin manuales, ensayos o bandas sonoras lo poseen todo para ser un arte pero la humanidad no está lista para aceptarlo y es mejor que no todos sepan lo maravillosos que son sin necesidad de movimientos fantásticos.

Siempre me divirtió muchísimo eso.

Porque cuando me escucho siento que mi voz debe sonar algo aguda para la intensidad que apuesto en cada frase, eso deja de importar cuando dejo de oírme y pierde completamente significado cuando lo repite alguna voz grave y serena.

Tal vez por eso la serenidad siempre me fascinó, posiblemente porque no la gozo conscientemente, cuando la empiezo a sentir me emociono y desaparece, incluso cuando sólo el cielo es mi paisaje y mi única frontera táctil es la arena, apenas llega a divisarme y el resto tiene sabor a moraleja.

Después de todo, es genial que sin bigotes recortados, sombrero y bastón de caña me sienta tan en blanco y negro, colosal y profundo, es genial que sin darme cuenta pueda leerte, es genial, incluso hoy, no enterarme de los significados de todas las acepciones que las palabras crean para jugar con nosotros.

Hoy me encanta, aunque aceptarlo sea un lujo que pocos se darían en cualquier posición, posee todo lo que siempre soñé, límites perfectos, temperatura ideal, extensos y misteriosos lugares donde quisiera perderme de vez en cuando, hermosas vistas, tradiciones que sin más se convierten en rituales, envidiables zonas y calles que siempre unen aunque sea en rutas errantes y quisiera vivir dentro de esa república independiente hasta que mis pasos a toda prisa gocen de sombras duraderas, hasta que la voz se me pierda en la intención del hablante y alguna arruga facial la reemplace por suspiro, porque el cuerpo también se cansa, porque el alma también se arruga, eso resulta ser breve pero infinito y dura lo que un instante.